Los usuarios pedían a gritos el fin de la agresividad comercial de las operadoras por teléfono, lo que se conoce como el spam telefónico. A todas horas, sobre todo en las que coincidían con la siesta o con la llegada a casa tras la jornada laboral. Cada operadora se peleaba por ser la que más llamadas hacía a una misma persona para venderle cualquier tipo de producto, tarifa plana de llamadas, ADSL, móvil o llamadas más baratas al extranjero.

La situación llegó a tal punto que los foros especializados se colapsaron con quejas de los consumidores por la insistencia y, a veces, por prácticas muy cercanas a la ilegalidad, con el anuncio de ofertas que luego no existían o de condiciones muy distintas a las que luego se hacían realidad.

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