Una sauna madrileña tenía instaladas tres cámaras de vigilancia, dos dentro del local y otra en el exterior. Pero los clientes no tenían noticia de ello. Las cámaras de vigilancia no solo precisan permiso previo, sino que deben anunciarse en carteles. Y allí no los había. Denuncias de este tipo se han disparado hasta convertirse en una de las más repetidas ante la Agencia de Protección de Datos. Una señal de que el ciudadano está molesto por la proliferación de cámaras y de que, además, ya está dispuesto a denunciarlo.

Ver información completa www.elpais.com